Cueva de los Pajaritos

A solo 8 kilómetros de Tanti, sobre el camino que une esta localidad con Cosquín, se encuentra una de las 7 Maravillas naturales de Córdoba. Se trata de la Cueva de los Pajaritos en el Valle de Punilla, donde grandes piedras moldeadas por la erosión dan origen a figuras únicas.

“La cabeza del indio”, “El tanque”, “El mono”, “El perro”, “Mirador del Lago San Roque”, “La Lluvia del Amor” y el “Bosque de los duendes”, son algunas de las formaciones rocosas que por sus detalles adquirieron esa identificación.

Rincón de aves y otras especies

Es en este lugar donde habitan especies únicas de flora y fauna. Al recorrer toda su extensión, uno puede toparse con antiguas cuevas donde encuentran reparo una gran cantidad de vencejos o chirrios. Estos pájaros negros de cuello blanco que cantan con gran intensidad son los que también se observan alrededor del vado del arroyo Mallín.

Al mismo tiempo, por la zona también destacan los gatos monteses, pumas y zorros grises y colorados. Estos se desplazan entre los aguaribay, los ceibos y los eucaliptus que imprimen de color verde sus paisajes. Además de los cocos, espinillos y piquillines, que también caracterizan esta porción de monte serrano.

Complemento perfecto

Para disfrutar más allá de la naturaleza, en las proximidades se ubica un complejo turístico que cuenta con un comedor, asadores y mesas, camping y piletas para pasar el día en familia.

Especies sorprendentes

El chirrio es un vencejo más grande que las golondrinas (Streptoprocne zonaris), de contextura fuerte, especialmente en las alas. Poseen callosidades en los codos, que junto a la cola forman sus tres puntos de apoyo. La cola termina en puntas aguzadas. La abre como abanico, usándola como apoyo en las piedras. Es una especie de patas cortas con uñas agudas y fuertes, que se prenden a las rocas.

Los vencejos son las únicas aves que habitan en paredes de piedra verticales. Entre ellos, el vencejo de collar blanco o “chirrio” es el más grande. Su nombre se debe a los chillidos que emite con gran algarabía, cuando vuelve a la cueva después de haber estado volando todo el día. También, se los conoce como pájaros aguateros, porque acostumbran revolotear sobre el arroyo Mallín, anunciando la lluvia con 12 o hasta 24 horas de anticipación. Se alimenta de insectos que caza al vuelo, prestando así un servicio al ser humano y posicionándose entre las especies más útiles.

Salen al amanecer en busca de su alimento y vuelven al anochecer. Forman bandadas de entre 20 y 40 pajaritos. Habitan en grutas húmedas del centro y norte del país. Anidan en la Cueva de los Pajaritos, Garganta del Diablo, Lluvia del Amor y otras gargantas a lo largo del arroyo Mallín. Se los puede ver al amanecer y al atardecer. De noche, solo en la cueva, se han contado más de quinientos (500) chirrios. Su nido es una almohadilla en forma de copa construida con barro, musgo, raíces y hepáticas, en ocasiones recubierta con hojas secas, musgo y fibras vegetales.

El tamaño de su postura es de dos huevos, los cuales incuba durante 30 a 35 días. Las crías adquieren todo el plumaje necesario para volar del día 45 al 55 después de la eclosión. La cría tiene un solo intento para aprender a volar, debido a la ubicación de los nidos. Por poseer patas cortas los vencejos no pueden caer a tierra, ya que al no poder “carretear” para tomar vuelo morirían. La mayor parte de su vida transcurre en vuelo. Por su forma de vida, estructura morfológica y belleza, es considerada una especie única.

Crédito por fotografías: Walter Cejas

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