Viví la laguna Mar Chiquita desde La Para

Este enorme humedal, de alrededor de un millón de hectáreas, es considerado un sitio clave para la conservación de la biodiversidad a nivel global. Próximo a declararse Parque Nacional, uno de los paseos más buscados por los turistas es el avistaje de aves autóctonas de la región de Ansenuza.

Las aves son quizás el grupo que alcanza los mayores niveles de diversidad y abundancia: aquí se encuentra el 66% de todas las especies de aves migratorias y playeras registradas para Argentina. Sin dudas, los más llamativos son los flamencos, de los cuales se encuentran las 3 especies que hay en Sudamérica. El flamenco austral es la especie más abundante (se la encuentra durante todo el año). Las otras dos –el flamenco andino o parina grande y la parina chica– están presentes desde junio, cuando emigran en busca de un invierno más cálido.

Pero la belleza de este magnífico lugar no se restringe únicamente a las aves. Aquí conviven variedad de mamíferos, anfibios, reptiles y peces.

Árboles autóctonos y pesca

En segundo lugar, es elegida la observación de flora. La vegetación que se adaptó a los grandes índices de salinidad se corresponde con las típicas especies cordobesas: ceibo, algarrobo, quebracho, chañar, sauce, espinillo, etc. Existen dos miradores y lo mejor es ir con alguien especializado.

Para estos paseos es fundamental contar con ropa de colores tierra o verdes, que no llamen la atención, gorro, protector solar, agua y comida liviana (como frutas, por ejemplo).

En tercer lugar, para los amantes de la pesca, La Para es muy conocido por la presencia de pejerrey. La actividad puede practicarse siempre que se haya pedido autorización previa. Una recomendación: hay que asesorarse sobre las épocas en que se hablita y restringe.

Por último, es posible recorrer las orillas de la laguna a pie o a caballo –ya que esta localidad ofrece costas sin explotación turística– y se pueden apreciar las huellas que deja la sal con las subidas y bajadas según las lluvias.

Un dato: la hora perfecta para tomar fotografías es el atardecer. Uno tiene que amigarse con la naturaleza y recordar que uno es el extranjero allí. De esta manera, se puede tener la suerte de capturar imágenes inolvidables.

Crédito por fotografías: José Giraudo y Hugo Giraudo

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