Reserva Natural Bañados del Río Dulce y Laguna Mar Chiquita

Córdoba no tiene salida al océano, pero sí tiene mar propio. En el noreste de la provincia y en medio de una llanura, se encuentra enclavada la mayor cuenca cerrada de Latinoamérica. Un imperdible para cualquier extranjero y para los propios cordobeses.

Este espejo de agua salada, de unos 6.000 km² de extensión, es el habitat del 25% de las aves que existen en el país. La planicie sobre la cual se asienta cambia constantemente su morfología, debido al paso de los desbordes de los ríos Dulce, Xanáes, Suquía, al avance de la laguna. El paisaje presenta islotes, humedales, ambientes salinos, costas de diversa altura y, por supuesto, extensiones de agua que se pierden en el horizonte.

Única en su tipo

Esta área, por su riqueza natural y la biodiversidad que alberga, fue declarada Reserva Natural Provincial. Entre sus extensiones de monte chaqueño, arbustal salino, pastizales y vegetación acuática, se pasea una multiplicidad abrumadora de especies animales.

Aquí, el puma, el gato montés, el zorro gris, los hurones, las nutrias y los pecaríes habitan en perfecta libertad y equilibrio, bajo un cielo surcado por garzas, cigüeñas, águilas negras y bellísimos cisnes de cuello negro. Al mismo tiempo, la víbora de la cruz, la cascabel, ampalagua y la rana criolla son otras de las especies que se observan en este paraíso de quebrachos colorados, algarrobos y chañares.

¿Un consejo? No se vaya sin antes haberse sentado a disfrutar del mágico atardecer. El espectáculo se acompaña con mil flamencos rosados volando sobre el horizonte.

Crédito por fotografías: Julio Escobar/ Samy Álvarez

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