Colonia Caroya, de maridajes y raíces jesuitas

La Colonia, como le dicen cariñosamente las cordobesas y cordobeses, es un lugar de manos que producen y trabajan de sol a sol.

Salimos a la ruta con agua caliente lista y los primeros mates nos acompañaron a descubrir el paisaje con un sol tibio que daba brillo a los campos sembrados de alrededor. Por RN 9 norte, pasamos por Estación Juárez Celman y luego General Paz, para llegar a Colonia Caroya.

El plan en agenda nos lleva muchos años atrás. Primera parada, la Estancia Caroya, aquí emplazada desde 1616. Monumento Histórico Nacional y Provincial, de estilo colonial y arquitectura residencial.

El patio central en claustro, su Capilla, el molino y la quinta. De indentidad jesuita como otras estancias de la provincia, fue Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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 Volvemos a emprender camino en busca de nuestro almuerzo.

La Av. San Martín, la “calle ancha de los plátanos” son 15km de completa arboleda de cada lado. Es casi de manera excluyente, la postal más conocida de Caroya.  Al final de la avenida se encuentra el Monumento al Inmigrante, del año 1978.

No cualquier año, este homenaje se hizo en el centenario conmemorativo de la llegada a estas tierras de aproximadamente 60 familias desde Italia, de la zona del Friuli (noreste italiano). En 1878 se afincaron en la Estancia hasta que les fueron adjudicadas tierras aledañas a Caroya.

Las acequias que llevan el riego a la Colonia le brindan condiciones especiales para enclavar viñedos.

La Caroyense, histórica bodega de origen friulano, está en Caroya desde 1930. De fachada impacante, que copia a la Iglesia Catedral de la ciudad italiana de Údine, tiene una superficie total de 10000 metros cuadrados cubiertos.

Bodega La Caroyense

La visita pactada pasea nuestro paladar por varietales, vinos de la región y fiambres y encurtidos para maridar.

La sorpresa llega sobre el final: espumantes Nature y Extra Brut. Vulgarmente tildados de champagne, estos espumantes cuentan con una certificación de indicación geográfica en Colonia Caroya.

Charlas que encuadran paisaje jesuita, con sabores de vinos y salame casero. Los caroyenses te hacen saber que esperan tu próxima visita. Te tientan. Saben de su calidez y sus sabores.

No puedo volver a casa sin llevarme un pedacito de la Colonia: en mi recuerdo, el dorado de la calle de los plátanos y en mi bolsa, quesos, salame y vinos. Maridaje soñado.

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